¿Tienes miedo a la confrontación? Probablemente sea porque le das el significado de pelea, desencuentro, coraje, etcétera y esto es gracias a que históricamente has hecho esta asociación.
Para ejemplificar quiero contarte mi historia con el columpio:
De niña mis primeras experiencias columpiándome no fueron agradables. Me caí muchas veces, era muy chaparrita y no alcanzaba a frenar con mis pies y no tenía suficiente fuerza en mis bracitos para sostener el peso de mi cuerpo y tampoco sabía como equilibrarme. Ésto me hizo tenerle mucho miedo. Creía que si me subía de nuevo me pasaría algo parecido.
Luego crecí y sin darme cuenta que había muchos factores internos y externos diferentes a cuando era pequeña, yo seguía teniéndole mucho miedo a los columpios.
Aquí entra la parte de crear nuevas experiencias: Perderle el miedo al columpio significó subirme y en el proceso darme cuenta de las nuevas habilidades que había adquirido con el tiempo (mas fuerza, altura y equilibrio). Subirme al columpio ya no significaba caerme, sino divertirme.
En el tema de la confrontación pasa algo parecido. De pequeños a muchos no nos enseñan a exponer nuestras diferencias o nuestro enojo y tomamos de los adultos, las formas “típicas” de manifestarlo: gritando, peleando, lastimando física o verbalmente. Si lo aprendiste de esta manera, es perfectamente lógico que no te quieras subir al columpio del enojo que SUBE Y BAJA de forma natural con el propósito de poner límites y satisfacer nuestras necesidades.
Una forma muy util de perderle el miedo es subirte y en el proceso encontrar que hoy tienes herramientas nuevas para atravesarlo e incluso usarlo a tu favor.